jueves, 7 de enero de 2016

¡Luces, cámara, yihad!

Es innegable el poder de influencia que tiene el cine sobre la sociedad.
Podemos afirmar, que el cine no es ni una forma de expresión artística ni una industria que deba moverse bajo parámetros exclusivamente económicos. Es ante todo y por su misma naturaleza un medio de comunicación social; concretamente, aquel que ejerce una influencia más directa y decisiva sobre el individuo y la sociedad ( Puttnam,1983).

Si analizamos la imagen que proporciona el cine acerca de los árabes y el islam, nos encontraremos frente a una batería de tópicos y clichés  que parecen responder a una campaña de desprestigio.
Jack Shaheen, en Reel Bad Arabs analizó 900 películas desde el año 1896 hasta el año 2000  y en la inmensa mayoría los musulmanes, eran presentados de manera negativa. En los últimos 30 años, esta tendencia se ha visto intensificada.




El cineasta sirio-americano Moustapha Akkad, consciente de la inmensa capacidad del cine, intentó a través de sus películas, ofrecer al mundo occidental una visión distinta de los árabes y del islam.
En 1976, dirige y produce El Mensaje (Mahoma, el mensajero de Dios) que narra la vida del profeta Muhammad y el inicio del islam. Como dijo el propio Akkad, esta película supuso para él un reto personal y un deber como musulmán y como inmigrante sirio. Se trataba de ofrecer al occidental una visión diferente del islam alejada de los estereotipos hollywoodienses. Pese a los obstáculos que se encontró para su financiación, finalmente pudo conseguir los fondos para su producción.
En el año 1981, dirige y produce El león del desierto, una película sobre Omar al-Mukhtar, líder de la resistencia anti-colonial en Libia, que fue prohibida en Italia. En esta ocasión contará con financiación por parte de Muamar al Gadafi.



Akkad, sabedor del profundo desconocimiento que se tenía en EEUU del mundo arabo-islámico, así como de la fuerte oposición de Hollywood para mostrar una visión más objetiva, pretendía que sus películas sirvieran de contrapunto.
Durante años, estuvo buscando financiación para realizar una película sobre Saladino, que según él representaba los valores del islam. Lamentablemente, Akkad falleció sin alcanzar este objetivo, víctima en el año 2005 de una acción terrorista en el hotel Grand Hyatt de Amán donde también falleció su hija.


Recientemente, se ha estrenado en Irán Muhammad, the Messenger of God, de la mano del director Majid Majidi, se trata de una superproducción épica que narra los primeros años de vida del profeta y que pretende ser la primera de una trilogía que abarque la totalidad de la vida de Muhammad.
Este es un nuevo intento de difundir una imagen distinta del islam, aunque esta vez desde fuera. Habrá que esperar a ver la difusión que tenga en occidente. Por ahora, ha sido proyectada en el festival de Montreal.


Aunque a día de hoy el cine en los países árabes se encuentra a merced de la inversión europea, no es menos cierto que cada vez son más los cineastas comprometidos.
Si los musulmanes quieren cambiar su imagen en occidente, a través del que posiblemente sea el medio más poderoso, el cine, deberán ser ellos mismos los que trabajen en ese sentido, financiando y produciendo películas que otorguen la dignidad perdida al islam. 

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