domingo, 3 de enero de 2016

La tradición ecuestre en el folclore árabe

Los caballos forman parte de la cultura árabe desde tiempos remotos. Como un elemento identitario más, desde siempre han servido para las diferentes tribus, como por ejemplo los amazigh, de caballos de guerra por sus características acordes a ello pero en los últimos años estos equinos han cambiado su “utilidad” bélica para convertirse en animales de exhibición.

En la cultura árabe los caballos tienen un espacio privilegiado, pues cuenta la leyenda que fue Dios quien creó al equino a partir del viento del sur:

Un día le dijo Alá al Viento del Sur:
—Conviértete en sólida carne porque quiero hacer de ti una nueva criatura, para que me honre y humille a mis enemigos y para que sirva a aquellos que están bajo mi potestad.
Y el Viento del Sur respondió:
—Señor, hágase según tu deseo.
Entonces Alá tomó un puñado de viento y sopló sobre él, creando el caballo y diciendo:
—Te llamarás Árabe y la virtud inundará el pelo de tus crines y tu grupa. Serás mi preferido entre todos los animales porque te he hecho amo y amigo. Te he conferido el poder de volar sin alas [...] porque del viento vienes y viento debes ser en la carrera.

Asimismo, Mahoma fue a lomos de Lazlos (“Caballo del desierto”) como entró a La Meca cuando sus fieles la tomaron en el año 630. En el Corán ha quedado escrito que “El diablo nunca osará entrar en una tienda donde habite un caballo árabe”.

Por todo esto, y siguiendo las palabras y preceptos religiosos islámicos, el caballo es un animal que forma parte desde tiempos ancestrales —incluso preislámicos— de la tradición e identidad de los pueblos árabes, tanto en ámbitos culturales (en sus celebraciones), como bélicos (en las batallas) o como utilidad social (animal de caza o de transporte).

Libios llegan victoriosos de una batalla contra los italianos.

Además, mandatarios como Gadafi ensalzaron la figura simbólica del caballo en ocasiones tan importantes como su proclamación como jefe del nuevo régimen en 1969 tras su golpe de Estado, dirigiéndose al pueblo a lomos de su equino como símbolo de grandeza, tal y como hiciera el profeta Mahoma en el año 630.
Gadafi en el año 1969.

Así pues, actualmente en diferentes regiones del norte de África, como Marruecos o Libia, el caballo es el elemento folclórico principal de celebraciones tan importantes como las bodas —siguiendo la tradición de sus ancestros—, en las que los equinos son vestidos y decorados con sus mejores galas (en árabe عقد) para realizar una carrera entre todos los cuadrúpedos presentes, a modo de exhibición; y no sólo los caballos sino que los jinetes también se engalanan, pues se visten con túnicas blancas y atuendos tan tradicionales como folclóricos para celebrar el casamiento.

Caballos ataviados en una celebración en Zintan (Libia).  
  

  
La cultura y folclore árabe se componen, por tanto, de diversas manifestaciones en muchos ámbitos de la vida cotidiana de los pueblos, en las que participan tanto las personas como los animales. A pesar de los años y siglos que han pasado, se siguen celebrando este tipo de festejos que pasan de padres a hijos, en los que predomina el júbilo pese a la devastación que actualmente asola muchas regiones, como el caso libio que se ha señalado anteriormente o como en otros territorios donde las festividades y la vida siguen a pesar de todo, como muestra de la identidad que no se quiere ni debe perderse.


 

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