Los caballos forman parte de la cultura
árabe desde tiempos remotos. Como
un elemento identitario más, desde siempre han servido para las diferentes tribus, como por ejemplo los amazigh, de caballos de guerra por sus características acordes a
ello pero en los últimos años estos equinos han cambiado su “utilidad” bélica
para convertirse en animales de exhibición.
En la cultura árabe los caballos tienen
un espacio privilegiado, pues cuenta la leyenda que fue Dios quien creó al
equino a partir del viento del sur:
Un
día le dijo Alá al Viento del Sur:
—Conviértete
en sólida carne porque quiero hacer de ti una nueva criatura, para que me honre
y humille a mis enemigos y para que sirva a aquellos que están bajo mi
potestad.
Y el
Viento del Sur respondió:
—Señor,
hágase según tu deseo.
Entonces
Alá tomó un puñado de viento y sopló sobre él, creando el caballo y diciendo:
—Te
llamarás Árabe y la virtud inundará el pelo de tus crines y tu grupa. Serás mi
preferido entre todos los animales porque te he hecho amo y amigo. Te he conferido
el poder de volar sin alas [...] porque del viento vienes y viento debes ser en
la carrera.
Asimismo, Mahoma fue a lomos de Lazlos
(“Caballo del desierto”) como entró a La Meca cuando sus fieles la tomaron en
el año 630. En el Corán ha quedado
escrito que “El diablo nunca osará
entrar en una tienda donde habite un caballo árabe”.
Por todo esto, y
siguiendo las palabras y preceptos religiosos islámicos, el caballo es un
animal que forma parte desde tiempos ancestrales —incluso preislámicos— de la
tradición e identidad de los pueblos árabes, tanto en ámbitos culturales (en
sus celebraciones), como bélicos (en las batallas) o como utilidad social
(animal de caza o de transporte).
Además, mandatarios como Gadafi
ensalzaron la figura simbólica del caballo en ocasiones tan importantes como su
proclamación como jefe del nuevo régimen en 1969 tras su golpe de Estado,
dirigiéndose al pueblo a lomos de su equino como símbolo de grandeza, tal y como hiciera el profeta
Mahoma en el año 630.
Gadafi en el año 1969. |
Así pues, actualmente en
diferentes regiones del norte de África, como Marruecos o Libia, el
caballo es el elemento folclórico principal de celebraciones tan importantes
como las bodas —siguiendo la tradición de sus ancestros—, en
las que los equinos son vestidos y decorados con sus mejores galas (en árabe عقد)
para realizar una carrera entre todos los cuadrúpedos presentes, a modo de
exhibición; y no sólo los caballos sino que los jinetes también se engalanan, pues se visten con
túnicas blancas y atuendos tan tradicionales como folclóricos para celebrar el casamiento.
Caballos ataviados en una celebración en Zintan (Libia). |
La cultura y folclore árabe se
componen, por tanto, de diversas manifestaciones en muchos ámbitos de la vida
cotidiana de los pueblos, en las que participan tanto las personas como los animales. A pesar de los años y siglos que han pasado, se siguen celebrando
este tipo de festejos que pasan de padres a hijos, en los que predomina el
júbilo pese a la devastación que actualmente asola muchas regiones, como el
caso libio que se ha señalado anteriormente o como en otros territorios donde las
festividades y la vida siguen a pesar de todo, como muestra de la identidad que
no se quiere ni debe perderse.
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